viernes, 2 de octubre de 2015

Ana Teresa del Rosario Parra Sanojo



La insigne escritora Ana Teresa del Rosario Parra Sanojo, nació en la Avenue de Wagram, París, Francia, el 5 de octubre de 1889. Hija de Rafael Parra Hernáiz, Cónsul de Venezuela en Berlín, Alemania, y de Isabel Sanojo Ezpelozín. Nieta del jurista, Luis Sanojo (1819-1878). Visitó Venezuela por primera vez, con su familia en el año 1902; viviendo cuatro años en la hacienda de Tazón, en las cercanías del Valle, Caracas. Lamentablemente, tras la muerte del padre, fue enviada a estudiar al Colegio Sagrado Corazón de Valencia, España. Al egresar del instituto educativo, en 1915, viajó a París para retornar luego a Caracas. Durante aquellos lapsos de tiempo que vivió en la sultana del Ávila, logró captar la esencia de sus habitantes, que reflejó en sus más célebres novelas. Aquel año publicó con el seudónimo Fru-Fru, dos cuentos, "Un Evangelio indio: Buda y la leprosa" y "Flor de Loto: Una leyenda japonesa" en el periódico El Universal del escritor y poeta carupanero Andrés Mata (1870-1931). Escribió más cuentos, publicados años más tarde, "El Ermitaño del reloj", "El genio del pesacartas" y "La historia de la señorita grano de polvo, bailarina del sol". En 1920 publicó en la Revista Actualidades, dirigida por el escritor y político caraqueño Rómulo Gallegos (1884-1969), "Diario de una caraqueña por el Lejano Oriente", ese año participó con el cuento "Mama X" en el concurso nacional de cuento, patrocinado por el Diario el Luchador y logró el premio especial.
Teresa en 1924, presentó su primera novela, Ifigenia, la cual obtuvo el primer premio y fue publicada por el Instituto Hispanoamericano de Cultura Francesa en París. Tres años más tarde, viajó a la isla de Cuba, para representar a Venezuela, en la Conferencia Interamericana de Periodistas, con la disertaciónLa influencia oculta de las mujeres en el continente y en la vida de Bolívar”, y conoció a quien será su gran amiga, la escritora y antropóloga cubana, Lydia Cabrera (1899-1991). Posteriormente , se dirigió a Colombia y dictó conferencias cuya temáticas se basaron enLa importancia de la mujer durante la Colonia y la Independencia”. Regresó a Europa, en el año 1929 e inició su segunda novela Memorias de Mamá Blanca”, para retornar a Venezuela el siguiente año. Ella fue elogiada y reconocida como una excelsa escritora, viajó por Colombia, Cuba, Alemania, Italia, España, Estados Unidos de Norte América y Francia. Sus obras fueron traducidas al inglés, francés, italiano y portugués. En París llevó la vida que convenía a una señorita de la buena sociedad caraqueña; allí conoció al diplomático y escritor ecuatoriano Gonzalo Zaldumbide (1884-1965) con quien inició una amistad, amorosa primeramente, y luego fraternal, que ha quedado documentada en magníficas cartas , que muestran el sentir y padecer de la talentosa escritora.
Su luz se apagó, allende a la Caracas que tan bien comprendió y plasmó con prosa certera, en el sanatorio para tuberculosos en la Sierra de Guadarrama, Fuentefría, España. Le acompañaron al final de su viaje, la madre, María, su hermana y Lydia, su amiga, el 23 abril de 1936, irónicamente, Día del Libro, instaurado desde 1926. Los restos mortales de la escritora fueron sepultados en el Cementerio de Almudena; luego, trasladados a Venezuela, al panteón familiar en el Cementerio General del Sur, en Caracas; y posteriormente, el 7 de noviembre de 1989, fueron llevados al Panteón Nacional, convirtiéndose en la tercera mujer y primera escritora, en recibir el honor de estar en el Panteón de los Héroes Nacionales; luego de las caraqueñas;  Luisa Cáceres de Arismendi (1799-1866), heroína independentista y la pianista Teresa Carreño (1853-1917), cuyos restos ingresaron al sagrado recinto de la Patria, en los años 1876 y 1977 respectivamente.

Lic.  Sonia Verenzuela T.
2015

Fuentes bibliográficas:
Diccionario de historia de venezuela, Tomo III, Fundación Polar, Caracas, Venezuela, 1997, 2da. Edición.
Discurso de Orden a cargo de la licenciada Velia Bosch en el Acto de la inhumación de los restos de la escritora teresa de la parra. Ediciones de la presidencia de la República, 1990, caracas, venezuela.